Incógnitas para una casa

EDICIÓN AGOTADA

Ficha
Serie sin numerar
Primera edición: Escrito a lápiz, enero 2018, Madrid
Idea, concepción, texto y diseño de Desirée Rubio De Marzo
Edita: Escrito a lápiz
Formato: Cuadernillo en papel estraza cosido a mano acompañado de restos de ladrillos con transfer

La pieza
¿Dudar? ¿Construir? ¿Permanecer?
Este fanzine es un cuadernillo en papel estraza cuya autoría no se ha incluido intencionalmente por aquello de la muerte de la autoría. La pieza está realizada por Desirée Rubio De Marzo y el testimonio es de Carlos Eugenio López, poeta y traductor de Heráclito. El texto va acompañado de dos vestigios de ladrillos encontrados en playas españolas con un transfer de un signo de interrogación que abre y cierra indistintamente. Ambos signos de interrogación enmarcan el cuadernillo en cosido japonés.

En palabras de Cecilia Molano, «la referencia al ladrillo es potente. Es el símbolo del imperio, y en España significa toda una forma de entender la vida y la economía que ha dejado a varias generaciones sin posibilidad de tener un hogar. El ladrillo es de lo más crudo que hay. La pieza es política sin evidenciarlo».

«Nací en una ciudad, y no sé ver el campo. Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío. En cambio, deseo el cielo». La casa de cartón, Martín Adán

¿Qué es tener una casa? ¿Es resignificar el lugar donde existe la posibilidad? ¿Es la casa un vector hacia fuera o hacia dentro? ¿Lo rutinario hace una casa? ¿La soledad es lo contrario a la noción de casa? ¿Podemos vivir sin una casa pero no sin un sentido de ella? ¿Nuestra memoria solo está habitada de aquello que queremos que nos acompañe en nuestra casa?

Testimonio alrededor de la idea de casa

Por Carlos Eugenio López

«Cuando Ulises viaja al Hades tiene un encuentro con Aquiles, muerto años antes, y le pregunta por su situación. Aquiles no tiene dudas: preferiría ser un campesino sin tierras que rey en el Hades. A primera vista, nada de particular tiene su respuesta; a nadie le gusta estar muerto. Pero, si se repara en detalle en la respuesta de Aquiles, sí hay algo muy particular: Aquiles considera la condición del campesino sin tierra por debajo incluso que la del esclavo. Para él, no hay ya nada más miserable, salvo los muertos. ¿Por qué, si el campesino sin tierras es, al menos, libre? Porque la libertad no le parece que compense de la desgracia de no tener casa. El esclavo, aunque sea como mero objeto, pertenece a un oikos; el jornalero que va de tierra en tierra en busca de sustento es libre, efectivamente, pero esa libertad, a juicio de Aquiles, no es pago suficiente por su falta de raíces. Y esta es una idea que, modelada de mil diferentes formas, ha marcado la Historia desde el momento en que el ser humano descubre la agricultura y, consecuentemente, vincula la vida al suelo que pisa y no al espacio que tiene por delante, como hacía el nómada, cuya vida dependía del pasto para sus rebaños. A partir de ahí, la idea de casa ha ido evolucionando y dotándose de más y más contenido. La casa pasará a ser la patria, y la patria, cada vez más, se irá desvinculando del corsé de las fronteras geográficas hasta referir no sólo al país geográfico, sino sobre todo a un ámbito de valores morales y emocionales. Pero, en el fondo, nada ha cambiado sustancialmente. Casa puede ser ya, en términos espaciales, el mundo entero. Y casa puede ser, emocionalmente, una cultura o una lengua, con independencia del dónde; pero, en esencia el ser humano del siglo XXI sigue pensando como el Aquiles del Hades: prefiere la esclavitud de una casa a la libertad que le da la independencia absoluta».

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